Maravillosa Amistad

Hace ya un par de meses que empezó la temporada de las sidrerías, pero yo todavía no había catado el maravilloso vino de manzana de este año. Hasta ayer que abrí mi propia temporada personal de cata de sidra. Me lo pasé... no sé ni cómo me lo pasé... la trope italiana hoy al mediodía me decía: “Ma quanto ridevi ieri, e come gridavi ‘txotz!’”. Recuerdo ir por las diferentes mesas (pues el lugar, Ikaztegieta, estaba atestado) y hacerles a señores y jóvenes la llamada de la kupela, y alentar a mis turistas a que desfilasen con sus vasos hasta el chorro mágico que rompe la sidra y alegra el paladar...

Creo que fue el lunes cuando Enara me escribió un e-mail diciéndome que Paola venía a su casa en Beasain y que por qué no me acercaba para rememorar los años estudiantiles de Málaga. Así pues, me enteré del horario de los autobuses y quedamos para el jueves (ayer).

Llegué a Beasain a eso de las seis y media y en seguida vino Paolenin con su trope (Francisca, Angelica, Corrado, Silvia y Maurizio) a recogerme en su furgonetilla alquilada. Hasta las ocho Enara no salía de currar, por lo que abrimos una botellita de vino para hacer tiempo mientras charlábamos sobre la complicada política euskalduna, en la cual los italianos se mostraban interesados. Nos juntamos con Enaroski y antes de ir a cenar nos echamos unas birrillas para comentar cómo habían transcurrido nuestras vidas durante los últimos años, ¡pues no las había visto en años! Brindábamos mirándonos, sonriéndonos y alegrándonos de volver a estar las tres juntas después de tantísimo tiempo. Lo más increíble es que volvía a hablar con ellas y la sensación era la de haber estado juntas hasta el día anterior; no parecía cierto el que hacía más de dos años que no veía a Enara y cuatro o cinco a Paola... ¡la vida es increíble! Y la amistad también. Te das cuenta de cómo no hace falta verse todos los días para no olvidar la amistad y confianza que se crea cuando se han pasado tantos buenos (y no tan buenos) momentos juntos. ¡Qué bien me siento! Esos momentillos hacen que mi vida sea tan bonita, de que me alegre de que haya visto tanto mundo y conocido a tanta gente; y no me refiero a conocer a la gente de pasada, sino hacer marcas en sus corazones como ellos han marcado el mío. ¡Me encantan mis amigos!

Eskerrik asko, Enara, zure etxien neretzat lekutxu bat ein izenagaitzik!