2008-11-28

(2)

se me va el hilo... claro, tanto tiempo sin escribir... normal. Casí me marcho a casa sin decir que un martes que estaba en dantzas, una llamada alteró la normalidad de mis clases. "Bai?" contesté. Respuesta: "Túuuu, ¡escantada!"'¡Solo podía ser una persona! La voz de Antonio le dió un vuelco a mi corazón y me llené de alegría. Me pongo igual de feliz solo de recordar el momento. ¡Había dejado de bucear bajo las aguas malasias, para venirse a Euskadi de vacaciones! ¡Y qué mejor lugar que Txoeider's home para eso! Quedamos que para el jueves que venía organizaría una cena en la sociedad de Ane.
Llegó el gran día y les encontraría en la Parra (a Antonio, Antonio y Ana). La emoción me salió en forma de gritos al entrar en el bar y verlo sentadito con una birra en una de las mesas. Cero coma dos segundos fueron los que necesitamos para sentirnos como en casa. La misma voz, los mismos hablares chanantescos, gestos, bromas... ¡qué guay! Esa noche charlamos hasta las 5.30 de la mañana, porque se nos agotaba el tiempo. Hora y media más tarde yo me levantaría y sin hacer ruido me marcharía a Forjas para otro día de labor.
Ese mismo viernes, volví a casa, y después de comer, preparé la mochililla para encontrarme con Guruzne en Berriz y tirar millas para Toledo. Digo Tudela. A la tierra de las alcachofas (y no hablo de las alcachofas que se pillan con nocturnidad y alevosía), para encontrarme con otro viejísimo amigo. Hacía seis pedazo años que no lo veía: ¡Ibra! Tres pedazo de abrazos nos bastaron para recuperar el tiempo perdido. Dejamos su coche bien aparcadito en un barrio, que parecía tranquilo, a la entrada de la ciudad.
Nos hospedamos en una habitación de tres camas en el Hostal Remigio (al que tengo que hacer propaganda por lo bien que está situado y lo agusto que estuvimos). La chica de la recepción nos indicó hacia dónde caminar para encontrar la marcha alternativa y clandestina. Así que plano en mano nos hicimos amos de la noche tudelana. Para variar nos lo pasamos mejor que nunca; cosa que se repitió el sábado.
Lo bueno llegó después. Ninguno de los tres se acordó de que el domingo por la mañana debíamos dejar la habitación antes de las doce. Por eso no sonó ningún despertador. La amable insistente llamada a la puerta de la chica de la limpieza tuvo que liberarnos del calorcito de las sábanas para que nos pusieramos en marcha porque nuestro tiempo en su establecimiento había acabado. Vistiéndonos con un ojo abierto y el otro cerrado por vacaciones, agarré mis pantalones para descubrir que mis pantalones estaban empapados inexplicablemente. Y una zapatilla de Ibra también. Sin entender todavía el por qué de aquel suceso, decidimos pasar primero por el coche de este para que cogiera sus botas secas. Llegamos al aparcamiento. Pero no había coches. Sustito. Y había millones de cristalitos en su lugar. Sustito. Y en medio de tanto cristalito una pegatina naranja fosforito. Sustito. Aviso del depósito de vehículos de la policía municipal. Sustito. "Cabezas arriba, no nos alteremos!" balbuceé. Aquellos viandantes que circulaban por allí en aquel preciso momento no tenían ni idea de dónde estaba el depósito, pero nos dieron una idea que nos sacaría de aquella inacción. Flipando con la situación nos dirigios hacia una carrera donde se suponía encontraríamos a los municipales cortando calles. Así fue. Le dijimos que nos indicara por favor dónde estaba el dichoso depósito, ya que nos habían llevado el coche de un lugar aparentemente seguro, sin OTA y sin prohibiciones. Nos preguntó entonces "No será por casualidad una Combo, ¿no?" Así era. Pues, al parecer un delincuente habitual de origen extrangero, álias "el egipcio" (!), había irrumpido en el vehículo, tras romper el cristal del piloto, con el único propósito de encontrar un lugar calentito donde pasar la noche. ¡Anda que... y nosotros pagando pa dormir! Total, llegamos al lugar del crimen y allí estaba desamparado el cuerpo de la víctima. Millones de cristalitos por doquier. Sí, Ibra reconoció rápido su coche. Pero aún tendríamos mucho que hacer. Tenían al señor arrestado y necesitaban una denuncia para que sus fechorías tocasen fondo. Así que por Tudela buscando a la Policia Nacional. Tras una retahíla de preguntas, fuimos a hacer tiempo y turismo. Pues nos habían dicho que lo menos hasta pasadas dos horas no podríamos recoger el auto. Todo esto nos vino genial, pues si no hubiera sido por eso, no hubiéramos o hubiésemos recorrido todo Tudela como al final lo hicimos.
Coger el coche, quitarle lo más gordo como pudimos, encelarle la ventana con plástico y celo marrón y caminito a una gasolinera con aspiradora. Límpiamos todo lo bien que pudimos y cada uno se separó hacia sus destinos alejados.
Pero la cosa aún no había acabado para Guruz y pa mí...
(seguirá...)

2008-11-17

Bueno, bueno, bueno... he crecido tanto durante estas últimas semanas tanto espiritual, como personal y socialmente, que no sé por dónde empezar a relatarlo. Hace tres semanas disfruté del mejor concierto de los que he asistido desde hace muucho tiempo. Oihana y yo nos pusimos en las primeras filas para poder sentir mejor su música y su poesía. A eso de las diez empezaría la sesión de emoción que nos sumergiría a las dos en un silencio del que no saldríamos hasta pasadas dos horas. Todavía, al oír su música, es como si me emborrachara de emociones. Katamalo; gran proyecto, ¡sí, señor! Me hubiera encantado subiros uno de los vídeos que grabé, pero lo he intentado y creo que son archivos demasiado gordos.

Hace dos sábados, Oiha and me (para variar, vaya dos patas pa un banco...) nos montamos en su automóvil y nos fuimos a Burgos de puntazo, ¡para ver a mi Pepe que nos esperaba con los brazos bien abiertos y una sonrisa de oreja a oreja! Tras dejar los trastos en su casa, llegó un amigo suyo silvando, Chema (poeta y ex-paracaidista), y la noche empezó a navegar en una nube de atmósfera bohemia, friki y divertida que se prolongó hasta el amanecer del día siguiente. Empezamos con las birras en El Patillas, donde gente de todas las edades, tipos y colores se reune para crear música envueltos por un inmenso tapiz, amarillento de puro abolengo, de carteles de ferias, artistas y recortes de periódico. Una taberna que transporta en el tiempo y en el espacio; un agujero de color en algún rincón de la ciudad. Allí conocimos a los hermanos Quintanilla (¡menudos fieras!), al cantante de flamenco y otras gentes variadas, muy variadas. Para cenar nos esperaba un lugar fuera de lo común: una sidrería decorada bastante mal y hortera; había guirnaldas en el techo a lo caseta andaluza, gente vestida de gitana y ambiente de fiesta. La noche burgalesa no regaló muchas risas y una juerga de las de recordar.

(seguirá...)






2008-11-06

Felicidad, divino tesoro

¡Mi vida es bastante divertida de por sí! Y mi coche es un artículo-payaso que me he agenciado y que está metido en su rol al cien por cien. HAY UN CHARCO A LOS PIES DE MI COPILOTO. ¡Toma esa! Cada vez que aposento mi culito en mi Patxibusa, miro por el rabillo del ojo en dirección hacia la alfombrilla que debería de haber bajo los pies del acompañante invisible, y admiro, one more time, el agua que reluce con sus destellos, cual gotas de rocío en primavera, y da un toque de brillo al tapiz oscuro y aburrido.
Con las primeras lluvias de otoño, mi hermana experimentó la sensación de sentarse en un asiento húmedo y bajo una gotera en el interior de un coche. Aquel fue un aviso de lo que iba a acontecer cuando las primeras lluvias dejasen de ser primeras, para subir de nivel y alcanzar el rango de constantes chubascos tormentosos de 48 horas non stop… Tiempo y lugar he tenido para prevenir y no lamentar, pero si lo hubiera hecho, ahora no me partiría la caja cada vez que veo alguien nuevo y se lo cuento.
¡Quien no ve a Felicidad escondida en cada recoveco es porque no quiere jugar al escondite con ella!