2008-07-31

DAUKOT KOTXIAAAAAAAAAAAAA!!!

El otro día llegaba a casa como cada día, cuando mi aita me preguntó “¿has visto tu coche ahí abajo?”... Es perfectamente imaginable la alegría que me invadió. Hace ya tres o cuatro semanas vi un coche en Internet, en Lesaka, y me puse en contacto con el tipo que lo vendía. Y, bueno, ahora ya está aparcado delante de mi casa. Bueno, en estos precisos momentos descansa en el taller porque hay que hacerle algunas chapucillas: como quitarle una pared, añadirle un muellecillo a la puerta y alguna chorrada más.

Me he comprado una furgonetilla como la de mi aita pero el modelo antiguo. Es más viejecilla, pero por fuera se ve muy nueva. Es blanca y tiene ventanas tintadas (menos la de la puerta de atrás). En fin, que para cuando vuelva de Alemania seguramente estaré ya motorizada por cuenta propia... ¡oe! ¡oeeee!

¡Además, mañana último día de curro! ¡¡Y el sábado aterrizo en Frankfurt!!

2008-07-27

RESACA TABANERA EN FIESTAS DE ORDIZIA

Antes de que empezara julio, Oiha y yo nos hicimos un calendario de fiestas que estamos siguiendo al pie de la letra. De Ondarru a San Fermín, de Iruña a Zornotza, y de aquí a Ordizia, pasando por Urkiola donde los tábanos hicieron alarde de su furia durante nuestro picnic en el día de Santiago.

Ayer, tocaba Ordizia, donde nuestra anfitriona Enara nos enseñó los secretos de las fiestas de Santana. Hicimos lo que se hace en cualquier fiesta. Nos gastamos una burrada de euros en la Tonbola que recaudaba dinero para una escuela de bertsolaris. Primero nos sacamos dos tiquecillos para cada una y no sacamos ningún miserable premio. Una niña que jugaba en los alrededores vio nuestras caras de desilusión y nos regaló un ticket que ella misma había encontrado en el suelo. Lo abrimos y resulta que era un boleto premiado. Ya nos pusimos contentas. No obstante en seguida nos volvieron las caras de tonta al ver que nos regalaban un abrebotellasdebirra. Miramos a la niña que nos miraba boquiabierta y le dimos el regalo que le había tocado. Entonces, la pobre, sí que se quedó asombrada; intentando averiguar qué leches era aquella cosa fea y sin sentido que le habíamos puesto entre manos. No satisfechas con nuestro fracaso, cogimos otras tantas papeletas. Los tipos que estaban en la camionetilla se descojonaban de risa, mientras nos decían que normalmente el cincuenta por ciento de los boletos trae algún premio. En esta ronda tuvimos un poco más de suerte. Nos tocó una bisera más fea que el hambre, que rápidamente regalamos a otro niño que correteaba por allí y que, por lo menos, a él le hizo feliz, y una planta que regalamos a la camarera de un bar que Enara conocía. Y esta, al menos (el mejor premio) nos sacó los tragos debalde. ¡Oee! ¡Oeeeee!

Trago por aquí, bailecillo por allí, la picadura de tábano del día anterior se me estaba poniendo de lo más fea. Según hoy me han contado, en el momento que les dije a las chicas “no me saquéis más tragos” decidieron que un doctor tenía que ver aquello. Sin comentármelo, llamaron al taxi particular y me dijeron que nos íbamos a casa. Debajo de un puente esperamos a que apareciera por allí el Batmovil. Oihana y yo flipamos al ver aquel coche cuyas puertas se abrían al revés y que vino a recogernos. Xabi, ataviado en su pijama, abandonó la calidez de las sábanas para llevarnos de rule a Urgencias.

Cuando el médico vio el zarpullido feo y con garras que me cubría (y me sigue cubriendo) mi pierna derecha me miró asombrado y empezó a farfullar de qué manera me tenía que empastillar, que tengo que estar dos días con la pata parriba... en fin, las tres nos mirábamos con cara de risa porque no se le entendía muy bien... parecía que tuviera un boligrafo en la boca. Y luego, estaba la enfermera... ¡qué pinta más rara! A Oihana le causó gran trauma el enterarse que era mujer. ¡Pues había salido de la consulta con la certeza de que era un hombre raro! ¡Jajajajaja! Entre risas nos metimos de nuevo en el Batmóvil que nos esperaba en la puerta y nos condujo a casa.

¡Desde luego, qué fin de semana tan variopinto! Nosotras, lo que es aburrir aburrir... ¡no nos aburrimos!

2008-07-03

¡Mira qué cosas! Ayer fue un día especial. Normal, pero muy especial. Tenía una sensación extraña y creciente de felicidad. De pura felicidad. Ya ni me acuerdo cuál fue la primera señal que me hizo sonreir, pero creo que fue nada más abrir mis ojos y extender el after sun en mi piel acangrejada. A medida que el día transcurría con su brillo particular, pequeñas cositas, esas que tanto me gustan, me iban llenando de alegría. Y ese rocío de felicidad hizo que gota a gota rebosara en mí, y me impidiera acercar las comisuras de mis labios.

Caminando hacia casa, me puse a pensar en ello, y pensé en lo pesado que es nuestro cuerpo terrenal y en lo que le cuesta a la felicidad salir de él. Lo único físico que consigue con nosotros, es sacarnos una sonrisa, quiza algunas carcajadas; pero estoy segura de que si la gravedad no viviera contra nosotros, yo hubiera volado ayer. La felicidad hacía que pareciera que andaba saltando dulcemente de nube en nube. Y llegó el momento en que me pregunté que qué había sido eso que me había causado ese bienestar. Y aún no lo sé; ni me importa. Ya estaba feliz, porque estaba feliz. La felicidad, así como la risa, viene sola y es contagiosa. Además crece como la hierba en primavera: ¡verde-anaranjada! ¿Estará acaso el amor echando piedras a la ventana de mi habitación? Me encanta poder enamorarme de la vida, de los árboles, de una brisa que de repente nos da escalofríos, de la tierra... sin más acontecimiento que el mero hecho de mirar alrededor y respirar hondo la vida.

¡¡Mucho amor!!