2008-07-03

¡Mira qué cosas! Ayer fue un día especial. Normal, pero muy especial. Tenía una sensación extraña y creciente de felicidad. De pura felicidad. Ya ni me acuerdo cuál fue la primera señal que me hizo sonreir, pero creo que fue nada más abrir mis ojos y extender el after sun en mi piel acangrejada. A medida que el día transcurría con su brillo particular, pequeñas cositas, esas que tanto me gustan, me iban llenando de alegría. Y ese rocío de felicidad hizo que gota a gota rebosara en mí, y me impidiera acercar las comisuras de mis labios.

Caminando hacia casa, me puse a pensar en ello, y pensé en lo pesado que es nuestro cuerpo terrenal y en lo que le cuesta a la felicidad salir de él. Lo único físico que consigue con nosotros, es sacarnos una sonrisa, quiza algunas carcajadas; pero estoy segura de que si la gravedad no viviera contra nosotros, yo hubiera volado ayer. La felicidad hacía que pareciera que andaba saltando dulcemente de nube en nube. Y llegó el momento en que me pregunté que qué había sido eso que me había causado ese bienestar. Y aún no lo sé; ni me importa. Ya estaba feliz, porque estaba feliz. La felicidad, así como la risa, viene sola y es contagiosa. Además crece como la hierba en primavera: ¡verde-anaranjada! ¿Estará acaso el amor echando piedras a la ventana de mi habitación? Me encanta poder enamorarme de la vida, de los árboles, de una brisa que de repente nos da escalofríos, de la tierra... sin más acontecimiento que el mero hecho de mirar alrededor y respirar hondo la vida.

¡¡Mucho amor!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

k lindo......

se te nota en la mirada, k vives enamorada.....

k grande eres Eidertxu, eskerrik asko por compartir tu genial forma de ver el mundo....

te idolatro !!!

by Malagueta Trance (el poder de la subbética en la costa)